lunes, 31 de agosto de 2009

El hecho de naturalizar nuestra vida cotidiana con frecuencia nos lleva a considerar y calificar a otras sociedades y grupos sociales -y así a sus prácticas, instituciones, costumbres- como exóticas, adosando a ese calificativo de una valoración negativa: inferiores, atrasadas, “primitivas”; sin analizarlas según su propia lógica, ni tampoco en comparación con las costumbres propias. Así, si por un lado, a las rutinas y prácticas de nuestra sociedad las tenemos incorporadas como naturales, por el otro, a las costumbres de otras sociedades las vemos como exóticas y distantes.

A partir de estas reflexiones algunos antropólogos (Gustavo Lins Ribeiro, 1998;
Roberto Da Matta, 1998) han señalado que el trabajo de la antropología implica un
doble movimiento: “cotidianizar lo extraño” y “exotizar lo cotidiano”.

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merci beaucoup á la mystique de la musique

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